Competitivos
Interesante comentario de Adolfo Ibañez, Historiador, publicado hoy en diario la Estrategia.
Carrera
H ace algunas semanas Michael Porter afirmó que echaba de menos más debate económico en el país. Dicho de otro modo, que nos estábamos quedando rezagados. Hace treinta años el país decidió desmarcarse del pelotón tercermundista donde nos encontrábamos y salió a buscar vientos favorables que nos alejaran de aquellos pordioseros internacionales. El resultado fue espectacular. En los años ochenta, la década perdida para nuestra América, Chile se disparó. Luego vino la gran inversión minera de los noventa y el país se distanció aún más. Desde entonces cambiaron los referentes contra los cuales nos medíamos, pero descuidamos la nueva competencia en que estábamos, para gloriarnos de cuánto nos habíamos alejado de nuestro antiguo grupo.
En 1997 cayó el viento y, como sucede en estos casos, todos tienden a acercarse. El problema era afinar al máximo las potencialidades para salir de esa situación. Muchos en nuestro nuevo grupo lo hicieron y se dispararon exitosamente, mientras que nosotros seguimos mirando al antiguo pelotón. Las nuevas brisas internacionales que soplan desde el año pasado pusieron en marcha al mundo y, con toda la flota navegando, aparecimos en posiciones desmejoradas. Pero como estamos navegando, decidimos seguir a los que nos aventajan, incurriendo en el error táctico que condena a ser del pelotón. Hoy nadie plantea salir a buscar otros vientos para repuntar en la tabla. Estamos como la selección de fútbol: sujetos a los errores que cometan otros. Porter echa de menos un debate que muestre las múltiples alternativas que se nos presentan, y que traduzca el deseo de salir a conquistarlas para bien de nuestro país y de todos los chilenos.
La actitud complaciente nos condena a beneficiarnos sólo de la buena racha externa. Pero el viento sopla igual para todos, y triunfan sólo los que ponen esfuerzo, dedicación y creatividad tácticas, que eso es la microeconomía. Estas orientaciones provienen de los grupos dirigentes y benefician directamente a todas las personas modestas, cuyo aporte es esfuerzo, disciplina y una constancia sobrehumana que brotan de una equitativa combinación de virtudes y de sobrevivencia. La única esperanza de ellos es que se los guíe adecuadamente para que, al final de sus vidas, puedan ver que tanto esfuerzo desgarrador sirvió al menos para distanciarse unos pocos pasos de las fatalidades que siempre amenazaron con hundirlos de regreso en la miseria. Continuar gloriándonos del buen viento que ahora nos da la naturaleza nos asegura que para la próxima calma nos quedaremos definitivamente parados, viendo como por nuestro alrededor pasan raudos otros países que aprovecharon la bonanza para aprender a navegar afinadamente y sacar ventaja hasta de la más mínima brisa. La maciza presencia actual de China y de India, hace que hoy día el destino de los quedados sea el retorno a la miseria. Estos nuevos actores no dejan más alternativa que ser triunfadores en un medio cada vez más competitivo. Es lo único que debemos tener claro para orientar nuestras acciones.
H ace algunas semanas Michael Porter afirmó que echaba de menos más debate económico en el país. Dicho de otro modo, que nos estábamos quedando rezagados. Hace treinta años el país decidió desmarcarse del pelotón tercermundista donde nos encontrábamos y salió a buscar vientos favorables que nos alejaran de aquellos pordioseros internacionales. El resultado fue espectacular. En los años ochenta, la década perdida para nuestra América, Chile se disparó. Luego vino la gran inversión minera de los noventa y el país se distanció aún más. Desde entonces cambiaron los referentes contra los cuales nos medíamos, pero descuidamos la nueva competencia en que estábamos, para gloriarnos de cuánto nos habíamos alejado de nuestro antiguo grupo.
En 1997 cayó el viento y, como sucede en estos casos, todos tienden a acercarse. El problema era afinar al máximo las potencialidades para salir de esa situación. Muchos en nuestro nuevo grupo lo hicieron y se dispararon exitosamente, mientras que nosotros seguimos mirando al antiguo pelotón. Las nuevas brisas internacionales que soplan desde el año pasado pusieron en marcha al mundo y, con toda la flota navegando, aparecimos en posiciones desmejoradas. Pero como estamos navegando, decidimos seguir a los que nos aventajan, incurriendo en el error táctico que condena a ser del pelotón. Hoy nadie plantea salir a buscar otros vientos para repuntar en la tabla. Estamos como la selección de fútbol: sujetos a los errores que cometan otros. Porter echa de menos un debate que muestre las múltiples alternativas que se nos presentan, y que traduzca el deseo de salir a conquistarlas para bien de nuestro país y de todos los chilenos.
La actitud complaciente nos condena a beneficiarnos sólo de la buena racha externa. Pero el viento sopla igual para todos, y triunfan sólo los que ponen esfuerzo, dedicación y creatividad tácticas, que eso es la microeconomía. Estas orientaciones provienen de los grupos dirigentes y benefician directamente a todas las personas modestas, cuyo aporte es esfuerzo, disciplina y una constancia sobrehumana que brotan de una equitativa combinación de virtudes y de sobrevivencia. La única esperanza de ellos es que se los guíe adecuadamente para que, al final de sus vidas, puedan ver que tanto esfuerzo desgarrador sirvió al menos para distanciarse unos pocos pasos de las fatalidades que siempre amenazaron con hundirlos de regreso en la miseria. Continuar gloriándonos del buen viento que ahora nos da la naturaleza nos asegura que para la próxima calma nos quedaremos definitivamente parados, viendo como por nuestro alrededor pasan raudos otros países que aprovecharon la bonanza para aprender a navegar afinadamente y sacar ventaja hasta de la más mínima brisa. La maciza presencia actual de China y de India, hace que hoy día el destino de los quedados sea el retorno a la miseria. Estos nuevos actores no dejan más alternativa que ser triunfadores en un medio cada vez más competitivo. Es lo único que debemos tener claro para orientar nuestras acciones.